Último vértice, éste ya en la aldea de Sege, pero con un acceso de 3 kilómetros monte a través, sin senda definida, que nos llevó, en el ascenso 1 hora y 40 minutos, y en el descenso 1 hora y 30 minutos.

Los únicos caminos que hay en ese monte son los que crean las cabras en su tránsito hacia los pastos más frescos de la cumbre. De hecho, casi al final de la actividad tuvimos la visita de un rebaño, aunque no vimos al pastor.

Como curiosidad en este vértice, nos encontramos con los amarres para el dipolo hechos. ¡¡¡Sí, sí, hechos!!! los podéis ver en una de las fotos. ¿Y qué hacía eso ahí? Según nos explicó Pedro, en su día se estudió la viabilidad de instalar un parque eólico en estas montañas, y para ello, antes, se montó una torre con unos sensores para ver si esto era viable. Para sujetar esa torre, se fijaron al suelo unas piquetas a las que se amarraban los vientos, y éstas, nos vinieron de maravilla para tensar nuestra antena y sujetarla.

Disfrutamos mucho de las vistas, pero la verdad es que, tanto la subida, como más aún, la bajada, son agotadoras. Y eso que al bajar llevamos menos peso, pues de los cuatro litros de agua, solo quedaba medio, por lo que, ¡¡¡habían tres quilos y medio menos de peso!!! hi hi hi hi…

Con este finalizamos nuestra primera estancia en la zona de Yeste. Esperamos volver cuando nuestro amigo nos vuelva a invitar, aunque… con la paliza que le dimos, no sabemos muy bien si lo va a volver a hacer, ja, ja, ja… (seguro que sí, pues a la vuelta nos comentó algo de abril, así que… igual en esas fechas hacemos otra tourné por los vértices que quedan)

Nuevamente, gracias a Pedro por todo, por estar ahí para cualquier cosa que precisásemos, para ayudarnos y guiarnos, y por ser un anfitrión perfecto.

Y a vosotros, ¿qué deciros? Gracias por vuestras llamadas, paciencia y todos los ánimos que nos disteis en este magnífico fin de semana de vértices en Yeste.

Nos seguimos escuchando/copiando/leyendo desde otros más.